martes, 23 de octubre de 2007

Llegada

¡Hola artemaníacos! En el capítulo de hoy contaré los primeros días de vida en este pueblo alejado de la civilización, en el culo de Alemania. Empiezo hoy, a pesar de llevar ya un mes aquí, no tenía intención de hacer esto, pero como Laura se ha empeñado en que le haga un blog con fotos y chorradas pues que así sea (y que luego diga que no es una mimada... ^^).

Todo empezó en el Aeropuerto del Altet, con una despedida superfriki por parte de mis amores, haciendo que pasara vergüenza por el aeropuerto, aunque al menos me sirvió para no pagar 9kg de exceso de equipaje...
Casi pierdo el avión. Me puse a ayudar a una mujer mayor con el equipaje después de los rayos x, que la pobre no podía y dieron el último aviso por megafonía para embarcar. La mujer resultó ser alemana y tenía que coger el mismo tren que yo en Frankfurt am Main.
El avión rumbo a Frankfurt Int. salió 1 hora tarde a causa del mal tiempo en la ciudad alemana (al final la mujer se podría haber comprado el peine que quería y no llegar tarde). A pesar de la agonía y aburrimiento de estar más tiempo sin hacer nada, al final resultó ser una buena
experiencia. Me hice coleguilla del niño que iba atrás (y de su madre, bella mujer -oh vaya- y gran persona), del cual me sentía envidioso, no por la madre, sino porque a los niños les daban un kit con un puzzle, un avion para montar y no sé que más... aunque al final acabé haciendo yo el puzzle y montando el avión... jaja

Al fin despegó el avión y Borja (así se llamaba el niño) estaba muerto de miedo, pero lo logró superar. Hablamos de muchas cosas, me comí mi bocadillo de tortilla de patatas de casa y el vuelo acabó.

Al llegar 1 hora y media más tarde, tuve que coger el tren de la hora siguiente al que había previsto, y sobre el que había hecho los cálculos de horario. Fui a comprar el billete en la estación del majestuoso aeropuerto de Frankfurt, con mi alemán de categoría de 2ª Alevín (keine Englisch bitte) y fui rumbo a la vía asignada. Me comí el pico que me sobró del bocata de tortilla y esperé a que llegara el maravilloso y puntual ICE rumbo Erfurt.
Me encontre con la señora de antes y tomamos juntos el tren. Aquí experimenté mi primera experiencia con los precios alemanes para las bebidas, 3€ por una cocacola de mierda. Al cabo de 2 horas avisaron por megafonía que los que íbamos a Ilmenau nos bajaramos antes, coger un puto tren hacia un pueblo fantasma y allí tomar el "Erfurterbahn" hasta Ilmenau.

A las 22:30 horas, aprox., llegué a Ilmenau, 1 hora más tarde de lo que avisé. Preocupado, solo y en un sitio extraño, esperando a alguien que no conocía... y que no iba a llegar. Por suerte, ya no llovía, a diferencia del resto del día.
Esperando estuve... hasta que me cansé y fui a buscar un número de taxi o algo. Llamé y me dijeron que no había libres. Encontré otro número. Llamé y en 10 minutos llegó el taxi. En 4 minutos llegué a la residencia (10€?? juas juas).

"¿Y ahora qué?" - me pregunté. Entré en la residencia y no había recibidor ni nada que se le pareciese...
"¿Y ahora qué?" - me pregunté, de nuevo. Al menos dentro no hacía frío.
"Che pibe, nos vemos en el "beja"" (después comprendí que era el BH-Club) -escuché por las afueras. "Mi salvación" -pensé. Salí afuera y pregunté si conocían al cabrón de mi "Erasmustutoren", que no vino a recogerme. "Creo que una chica que conozco tiene su teléfono. Venite conmigo y le preguntamos". No sé si sabía de antemano que no lo tenía pero quería verla (lo entiendo, cuando la ví quise haber querido ir a verla por ella y no por el teléfono) o no, pero el caso es que no lo tenía. Fuimos a la habitación de Leandro (así se llamaba mi salvador) y encontramos el teléfono allá. Llamamos al cabrón, se disculpó diciendo que se le jodió el coche y me entregó las llaves y una cerveza. Qudamos, supuestamente, para vernos el lunes y ayudarme con el papeleo y demás (juasjuas).


No tenía ni sábanas, porque además de olvidárseme de mí se olvidó de ellas, así que el gran Leandro me dejó un saco de dormir y una sábana, y así pude resguardarme del frío, hasta que al día siguiente tuve las mías. Esa noche salí un rato y conocí a la gente de Argentina, 10 grandes hombres y una bella mujer. No me volví muy tarde porque estaba rebentado, pero el estrés al que había estado sometido desapareció.

El viernes, empecé a flipar con el buen recibimiento (sí, nulo xD) y a preocuparme algo por la situación, dado lo anteriormente dicho, aunque me alegré al saber que mi compañero de cuarto llegaría el domingo y que era de mi universidad.
Comí en Mensa, por 2 míseros euros y algo, de los cuales 1€ era sólo de la bebida, compré algo en el súper y vi el pueblo por encima.

El sábado hubo una especie de quedada de los extranjeros del campus. Conocí allí a los brasileños, una chica rumana, un chino (un crack) y volví a encontrarme con los argentinos. Tras una buena charla y unas cervezas cené y volvimos al BH. Fue un buen día, a diferencia del anterior que casi muero.

Estuvo lloviendo hasta el domingo al medio día, pero no me privó eso de probar las mejores salchichas de Alemania, las Thüringen Rostbratwürst.

Haciendo la cena, y hablando con mi amada Elena por teléfono, llego Manuel, mi compañero de piso y ambos nos alegramos de encontrarnos por fin.


Mañana sigo con las aventuras y desventuras, que ya es tarde y me duele todo de escribir en la cama.